Admito que a veces me creo escribidora. Esa que guarda su alma en un monitor LCD y la salva en un Blog o en una nota de Facebook. Qué patético es esto, pero ahora todo el mundo vende la suya por la Internet con eso de la libertad de expresión y la publicidad engañosa de los planes de banda ancha. De hecho hay días que ni recuerdo cómo se toma un bolígrafo ¿Qué verguenza no? Lo bonito es que la tecnología ha creado nuevos escribidores.
Como aquellos seudo-mudos que se hablan por mensajes de texto, o estos lisiados que regalan desde su almohada una flor, una felicitación, un abrazo, un beso apasionado o la utopía de una cerveza virtual: gratuita, ilimitada, light y sin efectos de guayabo.
También los hay Post-modernos, de esos eclécticos y visionarios que han reinventado en sus posts un nuevo lenguaje literario tan puerco como una letrina. Shop chero muxo a mis amigisss. ¿Quién quiere traducirlo?
Las editoriales están quebrando. Con todo y sus libros digitales, Gabo y Borges resultan más aburridos que leer a estos nuevos especímenes. Si usted está leyendo esto es porque tiene un aparato en casa que lo obliga a escribir, al menos hasta el día en que el Guindows funcione por impulsos nerviosos. Aunque usted no lo crea, sin pretender ser poeta, hasta en la conversación más trivial del Msn usted guarda un pedacito de su ser. Por eso le recomiendo, si es usted del tipo postmoderno, que se quiera mucho y que trate de escribir como una persona normal.
Porque escribir es precisamente eso. Es la manifestación del espíritu en las palabras, es su personalidad, es usted en sus letras. No le digo ahora que escriba el gran libro, solo deje la flojera y la pendejada y quítese el maquillaje de escribidor -mal escritor- por el bien de la humanidad. La escritura es el nuevo lenguaje de esta era, es la lengua tribal de la Internet. Tantas heces se encuentra uno escritas en papel higiénico, ya comenzé a evitarlas.
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